Líderes africanos y mundiales han condenado antes al derrocado presidente de Níger, Mamadou Tandja, por su gobierno inconstitucional y por aislar al país. Ahora, el mundo condena el golpe de estado en Níger, si bien los golpistas dicen que su intención es recuperar una democracia constitucional. Pero ¿esta condena es sincera? ¿Había alguna otra manera de sacar a Níger del aislamiento?
Cualquier golpe de Estado militar es inaceptable. Esa es una de las más firmes bases de la política internacional, y es una regla básica muy importante en la política africana, tal y como está definido tanto por la Unión Africana (UA) como por los el bloque regional de África Occidental (CEDEAO).
Por lo tanto, no sorprende que haya una oleada de protestas internacionales contra el golpe de Estado del pasado jueves en Níger, donde una junta militar encabezada por Salou Djibo derrocó al presidente Tandja. Líderes africanos y de todo el mundo tienen la obligación programada de condenar el golpe de Estado.
Jean Ping, presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), ha sido una de las voces que este fin de semana han condenado el golpe de Estado en Níger. Lo más sorprendente es que la condena de Ping, entre las líneas, era más bien débil. Ping, reconoció que "los acontecimientos en el país" - en referencia a las medidas antidemocráticas adoptadas por el derrocado presidente Tandja - habían "conducido a la toma del poder". El líder de la Unión Africana también puso de relieve que la Unión "sistemáticamente" condena "cualquier cambio de poder inconstitucional".
De este modo, ¿La condena de la UA es sólo una declaración hecha por obligación, mientras que los líderes africanos, en realidad, acogen con beneplácito el golpe de Estado? Las declaraciones de Ping indican que la Unión Africana se alegra de haber conseguido deshacerse del presidente Tandja, pero surge el temor ante lo que ahora pueda pasar en Níger. Ping pidió "el rápido retorno al orden constitucional" y anunció que la Unión Africana estaría dispuesta a colaborar con los nuevos líderes en Níger, "para facilitar ese proceso."
Pero, a pesar de una posible satisfacción por deshacerse de Tandja, la UA, de hecho, tiene credibilidad cuando "sistemáticamente" condena un golpe de Estado en África. En sus esfuerzos por promover el buen gobierno y la imagen internacional de África, es necesario poner fin a la cultura de golpe de Estado que afectan al continente. Y lo peor es que los golpes de estado parecen estar de nuevo de moda en África, con ejemplos en Mauritania, Togo, Gabón, Madagascar y Guinea. Las últimas experiencias demuestran que los potenciales responsables de un golpe de Estado, con cierta disposición a participar en las normas básicas de la democracia, reciben una condena inicial que tiene una corta duración y su gobierno posteriormente puede ser reconocido.
Si los responsables del golpe de Estado del Níger entablan rápidamente conversaciones con la Unión Africana y la CEDEAO, así como con los grupos políticos de Níger, y dan señales claras de promover unas estructuras democráticas, el aislamiento se romperá muy pronto. Para Níger, esto puede conllevar un resultado positivo. Pero para África - y este es el dilema de la UA - es una tendencia peligrosa que sólo puede inspirar a potenciales golpistas en todo el continente.
Por este motivo, la condena ha sido masiva en toda África. La Comunidad Económica de los países de África Occidental (CEDEAO), seguida por el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, dejó claro que cualquier cambio de poder inconstitucional en África es totalmente inaceptable.
Sin embargo, antes del golpe, Níger ya estaba aislado por la CEDEAO. El organismo regional había sentenciado que el presidente Tandja mantenía el control del poder a través de medios inconstitucionales, por lo que suspendieron la adhesión de Níger de la CEDEAO. E inmediatamente después del golpe de Estado en Níger, ya la noche del viernes, el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade, anunció que enviaba a su ministro de Asuntos Exteriores a Níger para mantener conversaciones con los golpistas. El presidente Wade encabezó las negociaciones de la CEDEAO para restablecer el orden constitucional en Níger antes del golpe, y dice que cuenta con la luz verde de la CEDEAO par
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Mercado callejero en Niamey |
© mandaville/flickr |
Las reacciones fuera de África han seguido la línea suave de condena de la UA. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, instó a todas las partes en Níger a "volver rápidamente al orden constitucional como solución a la crisis política", responsabilizando así en parte al presidente Tandja del golpe de Estado. También anteriormente la ONU ya le había criticado por "mantenerse en el poder indefinidamente". No parece, por tanto, que Tandja contaba aquí con mucha simpatía.
Los países occidentales se han situado en esta misma posición. La anterior potencia colonial, Francia, condenó este fin de semana "toda toma del poder por medios no constitucionales", sin condenar concretamente a los golpistas en Níger, y pidió a "todas las partes" encontrar "una solución a la crisis constitucional."
La excepcional de todas estas reacciones internacionales es la típica ausencia de una crítica directa a los golpistas en Níger - sólo se condena la práctica de un golpe de Estado en general - y la tendencia generalizada de culpabilizar, en su lugar, al antiguo régimen del presidente Tandja. En este sentido, el mensaje sigue siendo que el golpe es comprensible, dado el comportamiento antidemocrático de Tandja.
La opción preferida por líderes africanos y mundiales, por supuesto, habría sido que el presidente Tandja hubiese sido persuadido para volver al orden constitucional. Especialmente la CEDEAO invirtió mucho tiempo en alcanzar esta solución, pero se vio cada vez más frustrada ante la terquedad del presidente derrocado. Y se hizo evidente que la opción preferida no era realista. Y ahora, después del golpe de Estado, queda fuera de cuestión.
Con Tandja alejado del poder, la comunidad internacional tendrá un fuerte peso a la hora de definir cual es la nueva opción preferida. Esto significa influir a la junta militar para que cumpla sus promesas de restablecer "una democracia ejemplar". Si la Junta se involucra en un diálogo, se embarca rápidamente en reformas democráticas, esboza un calendario creíble para la celebración de elecciones y disminuye la presentación de sus miembros como candidatos a dichas elecciones: entonces la junta contará con credibilidad y aportará una cierta esperanza. Mientras que el aislamiento, en términos oficiales, no será levantado hasta que unas elecciones libres hayan restablecido el orden constitucional, el aislamiento en la práctica se levantará si la comunidad internacional encuentra motivos para creer en la sinceridad de la junta.
¿Pero podrá la junta estar a la altura de seguir este deseado desarrollo de los acontecimientos? Hay razones para el optimismo y el pesimismo. Las principales razones para el pesimismo se encuentran en la edad relativamente joven y rangos inferiores de los golpistas, lo que provoca serias dudas acerca de su experiencia política. La historia ha demostrado en distintas ocasiones que militares jóvenes y con limitada experiencia se han convertido a menudo en los más feroces dictadores en África.
Pero también hay buenas razones para el optimismo. El vago programa presentado por la junta en su primera aparición pública apunta exactamente hacia la dirección deseada. Dicen que quieren "una democracia ejemplar" para Níger. Esto demuestra que los jóvenes militares, al menos, he entendido muy bien lo que se espera de ellos. Además, el pueblo de Níger se ha encariñado y se siente orgulloso de sus instituciones democráticas - amenazadas con ser destruidas por Tandja - y hay un apoyo muy amplio a "una democracia ejemplar" en Níger. La población de Níger, por lo tanto, presiona por un camino democrático.
Pero aún es demasiado pronto para predecir el desarrollo de los acontecimientos en Níger. Hasta ahora, nigerinos y la comunidad internacional sólo pueden poner sus esperanzas en la sinceridad de las primeras declaraciones de la junta militar.
Fuente: Afrol News, por Rainer Chr. Hennig
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