El relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación afirmó que compartir el poder con las mujeres es un atajo para reducir el hambre y la desnutrición.
Olivier De Schutter sostuvo que esta concesión de poder es también la medida más eficaz para hacer realidad esa garantía fundamental del acceso a la comida.
Al presentar al Consejo de Derechos Humanos su informe sobre el género y el derecho a la alimentación, el experto instó a los gobiernos a adoptar estrategias de seguridad alimentaria que hagan frente a las restricciones culturales y redistribuyan los roles sociales de mujeres y hombres.
“La agricultura familiar se feminiza poco a poco a medida que los hombres se ven obligados a abandonar el campo en busca de trabajo. Cada vez son más las mujeres que llevan la carga de sacar adelante granjas y familias y, pese a ello, con frecuencia se ven privadas de las herramientas necesarias para prosperar y mejorar su situación”, subrayó De Schutter.
En este contexto, exhortó a que se eliminen todas las leyes y prácticas discriminatorias que impiden a las mujeres acceder a los recursos agrícolas, tales como la tierra, los insumos y el crédito.
Además, el relator abogó por que se alivie la carga que llevan las mujeres en las responsabilidades vinculadas al cuidado del hogar, a través de la prestación de servicios públicos adecuados, tales como el cuidado infantil, el agua corriente y la electricidad.
Tareas tales como buscar agua o encargarse del cuidado de niños y ancianos pueden suponer el equivalente de cerca del 15% del PIB en los países de renta media y hasta un 35% en los países de renta baja.
También pidió que se renueve el interés por la educación. Los datos de un conjunto de países muestran que, entre 1970 y 1995, hasta un 55% de la reducción del hambre podría atribuirse a mejoras en la situación de la mujer en la sociedad.
Olivier De Schutter sostuvo que esta concesión de poder es también la medida más eficaz para hacer realidad esa garantía fundamental del acceso a la comida.
Al presentar al Consejo de Derechos Humanos su informe sobre el género y el derecho a la alimentación, el experto instó a los gobiernos a adoptar estrategias de seguridad alimentaria que hagan frente a las restricciones culturales y redistribuyan los roles sociales de mujeres y hombres.
“La agricultura familiar se feminiza poco a poco a medida que los hombres se ven obligados a abandonar el campo en busca de trabajo. Cada vez son más las mujeres que llevan la carga de sacar adelante granjas y familias y, pese a ello, con frecuencia se ven privadas de las herramientas necesarias para prosperar y mejorar su situación”, subrayó De Schutter.
En este contexto, exhortó a que se eliminen todas las leyes y prácticas discriminatorias que impiden a las mujeres acceder a los recursos agrícolas, tales como la tierra, los insumos y el crédito.
Además, el relator abogó por que se alivie la carga que llevan las mujeres en las responsabilidades vinculadas al cuidado del hogar, a través de la prestación de servicios públicos adecuados, tales como el cuidado infantil, el agua corriente y la electricidad.
Tareas tales como buscar agua o encargarse del cuidado de niños y ancianos pueden suponer el equivalente de cerca del 15% del PIB en los países de renta media y hasta un 35% en los países de renta baja.
También pidió que se renueve el interés por la educación. Los datos de un conjunto de países muestran que, entre 1970 y 1995, hasta un 55% de la reducción del hambre podría atribuirse a mejoras en la situación de la mujer en la sociedad.
Fuente: ONU
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