Dicen en el hotel King David de Jerusalén que todo está listo para que el miércoles se sienten frente a frente los negociadores de Israel y Palestina. Será su primer encuentro sobre el terreno para abordar el reabierto proceso de paz. El 30 de julio, en Washington, un apretón de manos acabó con tres años de desencuentros. Sin embargo, las horas previas están siendo más de crispación que de esperanza y los palestinos anuncian ya que su paciencia “tiene un límite”. La raíz de esta tensión creciente se encuentra en un anuncio hecho por el ministro de Vivienda israelí, Uri Ariel: se van a levantar casi 1.200 nuevas residencias en colonias de Cisjordania (394) y Jerusalén Este (793), en suelo palestino ocupado.
Ariel, del partido Hogar Judío —ultraconservador, con su granero de votos en las colonias, que cede 12 escaños a la coalición del primer ministro Benjamín Netanyahu— insiste en que “ningún país en el mundo acepta los dictados de otros países sobre dónde puede o no construir”, en alusión a la condena de EE UU y la UE a las ampliaciones de villas ilegales. “Continuaremos con la promoción y construcción de viviendas en todo el país”, añade. EE UU ya había mostrado su preocupación porque partidos tan a la derecha endurecieran las políticas del Gobierno.
El número dos de los negociadores palestinos, Mohamed Shtayyeh, quien ha acusado a Israel de “tratar de impedir que haya negociaciones el miércoles”. “Están tratando deliberadamente de boicotear los esfuerzos internacionales”, denuncia, y exige a EE UU y la UE que medie para acabar con la “impunidad” de Israel. Palestina ya se quejó el jueves pasado en una carta dirigida al secretario de Estado, John Kerry, en la que el líder negociador, Saeb Erekat, hablaba de “mala fe” israelí. Esta noche, Netanyahu ha mandado su réplica a Washington asegurando que los palestinos caen en la “incitación al odio”; dice que se “envenena” a las nuevas generaciones en el repudio a Israel. El cruce de misivas se debió a que la semana pasada Israel aprobó otras 800 casas en Cisjordania, legalizó casi 200 que estaban hechas sin permiso, anunció un nuevo asentamiento en Jerusalén Este e incluyó a 90 de estas ciudades como de ayuda preferentes.
El diario israelí Maariv sostiene que las nuevas colonias no serán esta vez una sorpresa para EE UU, que ya sabía de su aprobación. Al parecer, Israel lo consensuó con la Casa Blanca en una especie de contrapartida por la liberación de 104 presos palestinos, encarcelados antes de los Acuerdos de Oslo de 1993. Esta noche ha dado luz verde a la excarcelación de los primeros 26, lista para el martes; los demás saldrán en los próximos nueve meses. Los servicios secretos han dado su aval al trámite. 14 retornarán a Gaza. Entre ellos hay varios miembros de Hamás. Israel dice que trata de “fortalecer al presidente palestino Mahmud Abás” pero la ANP recuerda que la promesa de su suelta se hizo hace 14 años.
Fuente: El País
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