Ban Ki-Moon habla de crimen de guerra, sin señalar a autor alguno, aunque los países occidentales no dudan en ver la mano de El Assad
La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha llegado a una conclusión, que no por esperada resulta menos triste. La masacre que se registró cerca de Damasco, el pasado 21 de agosto y que dejó unos 1.500 muertos, entre ellos al menos 400 niños, estuvo provocada por un ataque con armas químicas, en concreto de cohetes cargados con gas sarín. Pero el informe de los expertos de la ONU evita pronunciarse sobre quién es el culpable de esta masacre.
Ban Ki-Moon, secretario general de la institución global, afirmó al presentar el informe en el Consejo de Seguridad que los investigadores confirmaron el uso de sarín, circunstancia que calificó de “crimen de guerra que no puede quedar impune”. Confió en que los responsables comparezcan ante la justicia.
“Los resultados son indiscutibles y abrumadores –insistió Ban–, los hechos hablan por sí solos”. A los periodistas les respondió, sin embargo, que a su organización no le corresponde buscar a los culpables. “El equipo del doctor Äke Sellstrom ha podido determinar de manera objetiva que se usó sarín, ahora son otros los que tienen que decir quién lo usó y determinar responsabilidades”.
A los representantes diplomáticos, en especial de los países occidentales, no les quedó duda alguna de que el régimen de El Assad es el que se encuentra detrás de esta acción. Las pruebas recopiladas en los anexos del informe, de 38 páginas, les permitieron proclamar que esa matanza lleva el sello oficial.
Basándonos en la prueba obtenida durante la investigación del incidente en Ghouta, la conclusión es que han sido usadas armas químicas en el actual conflicto entre las partes en la República Árabe Siria (...) contra civiles, incluidos niños, en una escala relativamente amplia”, subraya el documento.
“En particular, las muestras medioambientales, químicas y médicas recogidas evidencian la convicción de que se lanzaron proyectiles de superficie que contenían sarín”, se lee en el redactado.
El equipo del sueco Sellstrom entrevistó a más de 50 supervivientes, personal médico y de los equipos de emergencia. Recogió además una treintena de muestras en las zonas del ataque, en los suburbios de Damasco.
El 85% de los análisis de sangre que recogieron los expertos dieron resultado positivo por exposición al agente químico sarín, mientras que 34 de los 36 pacientes afectados seleccionados dieron positivo sobre el envenenamiento. Las pruebas de los síntomas incluyen problemas respiratorios, irritación de ojos, exceso de salivación, convulsiones, confusión y desorientación, vómitos o contracción de pupilas. Los equipos de emergencia constataron también lo que describen en las víctimas como visión borrosa, debilidad generalizada o temblores seguidos de desmayos.
Fuente: La Vanguardia
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