Las remesas se han colocado por su propio peso en las economías, en una importante herramienta para el desarrollo de las sociedades menos favorecidas.
Estadísticamente, las cifras oficiales nos indican que España ha pasado de receptor a remesador en el año 2004, con una tendencia inequívoca al aumento de la brecha entre ambos balances. Sin embargo, estos datos son muy superficiales, puesto que no incluyen en sus cifras los “envíos informales”. No debemos nunca desdeñar la importancia y peso de esos envíos informales, puesto que la Asociación Nacional de Agencias de Envío de Dinero estima su valor en el 50% de las remesas, que como hemos apuntado quedan fuera de las estadísticas oficiales.
Desde la óptica del país receptor, la importancia del fenómeno es todavía mayor, tanto en términos sociales como puramente estadísticos. De este modo, en muchos casos las remesas superan la ayuda al desarrollo y la inversión directa. De este modo, las remesas cubren alimentación, educación y salud familiares, y su adecuada canalización favorece el desarrollo.
Sin embargo, no debemos olvidar que las remesas no son otra cosa que el envío privado de dinero, y ello tenemos que tenerlo siempre en mente a la hora de afrontar medidas que puedan intentar canalizar esa ingente cantidad de recursos que llegan a las sociedades desfavorecidas. El impacto de las remesas sobre el desarrollo depende de diferentes factores, entre otros:
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del destino de ese dinero, pues no es lo mismo que se gaste en bienes superfluos que sólo implican apariencia e importación para su país, que la reinversión en el mercado local;
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el mecanismo de su realización, ya que diversos estudios apuntan a que a mayor intervención del sistema financiero, mayor impacto;
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e incluso otros condicionantes, personales (concienzación), culturales y también de género (el dinero enviado por las mujeres es considerado como dinero “fuerte” y con un gasto menos diversificado, además de crear una cadena de dependencia).
Parecen obvios los beneficios de ese flujo de dinero, pero para afrontar el tema también debemos conocer sus puntos débiles. Algunos estudios, como los elaborados por La Caixa, apuntan diversos efectos ambiguos:
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disminuyen la participación en el mercado laboral, es decir, los miembros de los hogares que reciben remesas tienden a participar menos en el mercado de trabajo;
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un volumen importante de remesas provoca una pérdida de competitividad del sector exportador;
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impacto incierto, como pone de manifiesto un estudio del Banco Mundial, que concluye que el impacto “sí es estadísticamente significativo aunque económicamente no lo es tanto: un aumento en las remesas de un 1 por ciento del PIB tiende a aumentar la tasa de crecimiento del PIB en 0,1-0,2 puntos porcentuales”;
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los estudios que hacen referencia a los beneficios de las remesas, no tienen en cuenta que las remesas reemplazan, al menos en parte, los ingresos que los emigrantes hubieran podido conseguir en su país de origen (como dice el informe de La Caixa, “un análisis más completo requeriría estimar la renta de los hogares en un escenario de ‘no emigración’, calcular la ratio de pobreza asociada a tal situación, y compararla con la ratio que se obtiene con migración y remesas”);
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en algunos países no son los más necesitados los que más remesas reciben, como es el caso de Perú o Nicaragua, en los que entre el 35 y el 40 por ciento de los receptores de remesas pertenecen al 20 por ciento de la población con mayores ingresos, y por ello el impacto en la reducción de la pobreza es menor;
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los beneficios desincentivan las políticas de los gobernantes tendentes a evitar la emigración;
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el dinero recibido puede invertirse en bienes de mera apariencia y derivar en consumos superfluos que en nada estimulan el desarrollo socioeconómico o el mercado interior;
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puede ser origen de desigualdades entre territorios y familias;
La clave por tanto, está en saber encauzar correctamente esta inmenso flujo de capitales. Son varias las iniciativas que se están tomando en orden a favorecer el impacto en el desarrollo de estos recursos. Uno de los aspectos básicos a tratar está en el sistema financiero internacional, que pese a todos los avances técnicos e informáticos sigue presentando una inmadurez impropia. No resulta tan sencillo mandar dinero a la familia en el extranjero en todos los casos, y desde el 2007 todavía lo es más en España por una estricta regulación que dificulta el envío, bajo el motivo de que tales envíos pueden ser fuente de blanqueo de dinero y financiación terrorista. En el siguiente enlace podréis ver en qué consiste esa vigilancia más estricta de los envíos. Lo único cierto es que la media de cantidad en euros en cada envío es sólo de 300 €, y no parece el canal de blanqueo por el que las autoridades deban preocuparse.
Además de las trabas administrativas, el servicio no es precisamente barato ni accesible, y las comisiones van desde un 3% hasta un 23%. Lógicamente, debemos decir que existe un gran desconocimiento entre los propios usuarios, porque nadie pagaría el 23% habiendo conocido la otra opción. Hoy se trabaja en una búsqueda de reducción de esas comisiones, lo que constituye uno de los primeros objetivos en la lucha por lograr un mayor impacto de las remesas.
En esa lucha por mejorar el impacto, y lograr el efecto multiplicador del dinero enviado en remesas, podríamos señalar los siguientes aspectos:
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reducción de las comisiones, cada euro que llegue a su destino es importante;
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incentivar en los países de destino el acceso a cuentas financieras (un 75% de los inmigrantes tiene una cuenta en España, frente al escaso 25% en destino);
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llegar a convenios entre el sistema el sistema financiero nacional y el extranjero;
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crear instituciones en destino que sepan movilizar esos recursos;
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facilitar redes de asesoría y conocimiento;
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invertir en la formación en destino;
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implicar a los inmigrantes en el exterior con su región propia;
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vincular y comprometer a las asociaciones de inmigrantes en los proyectos que se elaboren al respecto;
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facilitar la interconexión de las remesas con otros proyectos complementarios como los microcréditos, etc.
Como siempre, las posibilidades son tan amplias como la imaginación, la iniciativa y las capacidades. Este es u ejemplo de iniciativa:
La iniciativa 3x1 del estado de Zacatecas (México) es una de las muchas iniciativas que se ha creado para aprovechar las remesas de los inmigrantes en beneficio de una comunidad. Por cada dólar que ponga el emigrante en programas públicos, las instituciones pondrán otros tres: uno el gobierno federal, otro el gobierno central y otro el ayuntamiento. "Esto incentiva la captación de la remesa y facilita que se pueda controlar, porque el tema no sólo consiste en captar los dólares sino también en buscar qué proyectos se pueden hacer en destino: proyectos sostenibles, ecológicos, de comercio justo, etc.", resalta Ribas. Sin embargo, el éxito de estas iniciativas depende de la dotación presupuestaria que estén dispuestos a afrontar las instituciones.
Para finalizar, usaré la conclusión del estudio de La Caixa, y es que “los estudios empíricos disponibles sugieren que el impacto de las remesas sobre la reducción de la pobreza y el aumento del crecimiento económico, aunque quizás positivo, es muy modesto: migración y remesas no pueden reemplazar a unas buenas políticas económicas y unas instituciones de calidad como motor de un crecimiento sostenido”.
Para los que quieran saber más sobre el tema, les recomiendo encarecidamente el siguiente enlace, en el que encontrarán muchísima información al respecto:
http://www.remesas.org/index.html
Un saludo a todos.
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