Georgia, Rusia, Osetia y los dobles raseros en la guerra

Es cierto que en política internacional los dobles raseros y los intereses y conveniencias son la moneda habitual, y el conflicto en el Cáucaso es un claro ejemplo. Como dice C. Taibo al respecto “lo ocurrido los últimos días es un ejemplo de libro del obsceno vigor contemporáneo de los dobles raseros. Los de Washington saltan a la vista: si hace unos meses la Casa Blanca contestó abiertamente la integridad territorial de Serbia, ahora, en cambio, se acoge el principio correspondiente cuando de por medio se halla la del ahijado georgiano. Mientras, las acusaciones vertidas contra Rusia por haber intervenido militarmente fuera de sus fronteras no pueden producir sino estupor habida cuenta del registro que Estados Unidos arrastra en ese terreno.

Claro que Moscú no sale mejor parado: si se opuso con energía a la independencia de Kosovo, ahora parece coquetear con una secesión de Osetia del Sur, mientras, y como es sabido, niega drásticamente cualquier horizonte de este cariz en la casi vecina Chechenia. Si las opiniones de Putin sobre los genocidios ajenos tienen, claro, una credibilidad menor, por no faltar ni siquiera falta el empleo instrumental de los contingentes de pacificación: desde hace tres lustros es evidente que los soldados rusos desplegados en Osetia del Sur y en Abjazia están alineados con uno de los bandos enfrentados, sobre la base de un modelo que Washington tuvo a bien patentar, con lamentable éxito, en Haití. Así las cosas, la conclusión parece servida: la integridad territorial y el derecho de secesión se blanden, por tirios y por troyanos, conforme a los intereses respectivos.”


Ciertamente el caso de Kosovo está actuando como arma argumentativa en este conflicto, como desde un principio ya se preveía que iba a suceder. Y las mismas cartas que se están jugando en Abjasia y Osetia del Sur se están barajando para otros muchos conflictos latentes (y no tanto) como pueden ser los Nagorno-Karabaj o el Trandsniester, o incluso para las repúblicas más orientales y rusófilas de Ucrania.


La guerra de informaciones y contrainformaciones también está destapando ciertos dobles raseros en los que no debemos caer. Así, la gran mayoría de medios occidentales están presentando al “gran oso ruso” como la gran culpable y la bestia hambrienta contra la democracia georgiana en su papel de víctima. Papel que el propio Saakashvili se ha encargado de alimentar. Así las cosas, lo primero que debemos recordar es que las democracias no son benévolas en su comportamiento internacional por el mero hecho de serlas, como por ejemplo se empeña en recordarnos Israel. El hecho es que el primero en romper este frágil equilibrio ha sido el propio Saakashvili. El por qué lo ha hecho es una pregunta que se ofrece a múltiples interpretaciones. Una de ellas apunta a la propia situación política interna del propio presidente, cuya imagen estaba muy dañada internamente, y cuyo conflicto le vale como medio para distraer las miradas y para unificar frente a un enemigo externo.


Según Luke Baker, analista de la agencia Reuters, “la guerra fue un error de cálculo del presidente georgiano, pues si la perspectiva inicial era repetir lo ocurrido en el alto Kodori y en Adzaria, donde Rusia no reaccionó, con una rápida incursión y toma por sorpresa del enclave aprovechando la inauguración olímpica, el resultado ha sido un fracaso. El dilema político militar era volar el túnel de Roki o no hacerlo. Volarlo hubiese protegido a las fuerzas georgianas de cualquier reacción rusa a tiempo, pero primó la necesidad política de permitir la huida de una población civil que no se deseaba."


Otra de las explicaciones está en su aspiración de querer entrar en la OTAN, cuya organización exige que ninguno de los futuros miembros tenga conflictos territoriales pendientes. Lo cierto es que este tema va mucho más allá de esto, porque no es que Georgia quiera entrar, sino que EEUU quiere que entre. ¿Qué reacción esperaba Washington en su actitud no depuesta de sembrar las fronteras de Rusia y China con bases militares y misiles? Quizás aquí Saakashvili se equivocó también si pensaba que Bush iba a proporcionarle mayor apoyo, justo ahora en esta etapa final de su mandato en el que no arriesgará. A todo esto, Europa no presenta en favor de Georgia más que palabras sin ir más allá, sin llegar a verdaderas medidas de presión.


Aclarada la no inocencia de Georgia, por supuesto tampoco Rusia tiene las manos limpias, no hace falta hacer una presentación de Putin para ilustrar este punto. Todos sabemos el interés que Rusia tiene en la zona por múltiples motivos, tanto económicos como estratégicos, históricos como políticos, y el interés que tiene en que su área de influencia no sea campo para la OTAN.


Llegamos así al continuo cruce de acusaciones, en una perversión del discurso humanitario por ambos bandos. Rusia acusa a Georgia de limpieza étnica y de no respetar el derecho de autodeterminación de los surosetos expresado por referéndum. Y algún crimen de guerra vemos que en Osetia sí se debió estar cometiendo por parte de los militares georgianos, puesto que la inmensa mayoría de los desplazados de Osetia se dirigen hacia el Norte. La acusación principal es la de causar una masacre en la capital Tsjinvali.


Por su parte Georgia acusa a rusia también de agresión, genocidio y limpieza étnica, dando claras muestras de los ataques contra la población civil, que como siempre es la principal perdedora. Rusia ya tiene unos precedentes muy claros de este tipo de acciones en Abjasia, donde los georgianos pasaron de ser el 45% de la población en 1989, a el 19% en 2003.


Así las cosas, lo cierto es que el Cáucaso es tierra propicia para el próspero negocio de la guerra. Se habla mucho de la herencia de Stalin (por cierto Georgiano del que dicen no hablaba un ruso correcto), quien propició las divisiones de los pueblos en bien del proyecto soviético y la unidad nacional; pero como vemos, hay muchos otros factores en juego del que no cabe culpar a Stalin.


En cuanto a Rusia, que dice no querer anexionarse Osetia del Sur (al mismo tiempo que proporciona alegre e interesadamente pasaportes rusos entre los surosetos) veremos como soluciona sus propios problemas internos en Chechenia, Ingushetia y Daguestán por ejemplo.


Una última nota en cuanto a los oleoductos (oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan, conocido como BTC) y gasoductos (gaseoducto Baku-Supsa) de la zona, de los que me gustaría destacar que ninguno pasa por Osetia del Sur o Abjasia.


Instituto Europeo Campus Stellae
www.campus-stellae.com

No hay comentarios: