Fue una de esas masacres con las que se pierde la guerra. Dos embarazadas. La primera, madre de cuatro niños. La segunda, matriarca de once. Una adolescente de 18 años a punto de casarse. Un jefe de la policía y un fiscal del distrito. Todos ellos asesinados en una absurda redada en la que las fuerzas especiales de EE.UU. bajo mando de la OTAN, incluso extrajeron las balas a las tres féminas y limpiaron el lugar de la escena.
No había talibanes en la casa, en contra de lo que había dicho un confidente, seguramente malintencionado. Por el contrario, el comandante Dawood era leal al Gobierno de Karzai. Esa noche creyó ser víctima de ellos. Unos 25 invitados y tres músicos estaban reunidos en el hogar de los Udin para celebrar el nacimiento de un nieto. A las tres de la madrugada uno de los concertistas salió a lavarse las manos y recibió un flash de luz seguido de una bala que logró esquivar. «¡Talibanes!», gritó aterrado. Dawood cogió su Kalashnikov y salió a defender a su familia con su hijo Sediqullah, de 15 años.
Los recibió una ráfaga de balas disparada por soldados. Su hermano, el fiscal Saranwal Zahir), sabía un poco de inglés e intentó aclarar el malentendido. «No disparen, trabajamos para el Gobierno», gritó. Pero mientras hablaba también lo abatieron. Las tres mujeres fueron asimismo alcanzadas por las balas. Dos de ellas murieron al instante, pero la tercera tal vez pudo haberse salvado si los soldados le hubieran dado atención médica.
Manipulación
En lugar de eso, retuvieron a los testigos durante horas en la fría noche del 12 de febrero, limpiaron huellas, retiraron casquillos y acuchillaron los cuerpos para borrar las huellas.
El comunicado de la OTAN describiría después el «espeluznante descubrimiento» durante una redada contra los talibanes de tres mujeres víctimas de «un crimen de honor» acuchilladas y maniatadas en una de las habitaciones. Si un reportero del diario británico The Times no hubiera investigado durante tres días, la verdad nunca hubiera salido a la luz y la OTAN no hubiera tenido que disculparse. La familia ha rechazado el dinero ofrecido y reclama que se cuelgue al informante en la plaza.
Fuente: La Voz
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