Las relaciones que se producen entre los diferentes polos del sistema son de dominación en sentido centro-periferia y de dependencia de la periferia al centro. Estas relaciones que se producen son de naturaleza diferente. Para entenderlas, tomamos la obra de José María Vidal Villa Lecciones sobre capitalismo moderno, que enumera y explica las distintas clases de dependencia que se encuentran dentro del sistema.
La primera de ellas es la de carácter comercial. La dependencia comercial viene dada por una supeditación de los países de la periferia a las exportaciones hacia los países del centro. Los países del centro no dependen comercialmente de la periferia, ya que comercializan fundamentalmente entre sí. La paralización de la salida de exportaciones de la periferia al centro puede provocar el desabastecimiento o colapso de los primeros, ya que tienen una economía altamente dependiente y tendrían que llevar a cabo una costosa reconstrucción para poder llegar a ser autosuficientes. Esto provoca que la dependencia comercial pueda ser utilizada como arma por parte del centro hacia algunos Estados de la periferia, a tenor de sus intereses. Si bien puede funcionar como maniobra de presión, los más perjudicados resultan ser los propios ciudadanos de los países hostigados. Esto lo ha hecho, por ejemplo, Estados Unidos hacia Irak o Cuba.
La segunda dependencia es la económica, referente fundamentalmente a las inversiones extranjeras. Si bien los países de la periferia son grandes exportadores, normalmente las empresas que manejan esta salida de bienes son multinacionales extranjeras. De este modo, la inversión que realiza la empresa en muchas ocasiones se convierte de igual manera en salida de capital. Aún siendo así, esta inversión tendría la ventaja de ser útil para incorporar a parte de la población del país al sector moderno.
La dependencia financiera es la tercera forma de relación, caracterizada principalmente por la deuda externa. La dependencia económica genera la deuda que estos países contraen. La deuda se adquiere, bien por saldo negativo de la balanza comercial (las exportaciones valen menos que las importaciones), o por la concesión de préstamos de bancos extranjeros. Esto ha desembocado en un enorme problema en buena parte de los países, dado sobre todo por los préstamos que se firmaban en el mercado privado que incluían cláusulas que obligaban al pago por parte de los gobiernos en caso de que las empresas no pudieran afrontarlas ( “deuda privada públicamente garantizada”).
Buen ejemplo es el colapso y depresión económica de América Latina en los ochenta, conocida como la “década perdida”, donde las deudas que habían adquirido las empresas privadas debían ser afrontadas ahora por los ciudadanos como parte del Estado. Además, el Estado debía hacer frente también a aquellos créditos y préstamos que ya habían sido concedidos por organismos internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.
Otra dependencia que les aqueja es la tecnológica, ya que los países de la periferia emplean una tecnología que proviene de los países del Norte. Pero la tecnología occidental fomenta el uso intensivo de capital fijo y el ahorro de costes salariales, por lo que no se logra la reducción de la marginalización, sino que se acrecenta, desplazando a muchos ciudadanos de los procesos productivos.
Pero el profesor José María Vidal Villa destaca todavía tres dependencias más: la dependencia política, la dependencia militar y la dependencia diplomática.
La dependencia política mina la soberanía de los países de la periferia, que se ven obligados a seguir las reglas del juego que han impuesto los países del centro. Si alguno de ellos elige un sistema que se desvíe del propio capitalismo impuesto por el centro será declarado hostil y excluido de la comunidad internacional que previamente han definido los países del centro. Éste es el caso de Cuba o de Irak.
Pero esta dependencia política y económica genera también una dependencia diplomática, lo que afecta también a su soberanía y provoca que los países de la periferia no puedan actuar libremente, sino que tengan que adherirse a las directrices marcadas por aquellos de los que son políticamente dependientes. Esto hace que las decisiones estén diplomáticamente condicionadas.
En el caso de que estas dos fracasen, los países del Norte pueden recurrir a la dependencia militar. Vidal Villas utiliza como ejemplos a Irak y Corea del Norte, a los que se les ha acusado de poseer armas de destrucción masiva y que, en el primer caso, ha desembocado en un bloqueo y posterior “ataque preventivo”. Sin embargo, el hecho de que Estados Unidos tenga el mayor arsenal de armas de este calibre no supone un debate sobre su invasión, ya que ni siquiera se pone en entredicho.
Otras dominaciones serían la ideológica y la cultural. En lo que respecta a la ideología, los valores dominantes son los del centro del sistema, los que habrá que imponer mediante cualquier medio: propiedad privada, libertad individual, libre competencia,... El tratamiento en los medios de comunicación de los problemas internacionales es clave para esta dominación. En cuanto a lo cultural, se entiende que lo culto es lo europeo, mientras que lo propio de la enorme diversidad de pueblos que hay en el planeta es folklore. Esto provoca que las poblaciones del mundo se crean que están en la cultura cuando en realidad están en la cultura occidental y no cuando están en su cultura, ya que es de segunda. Hay un grado de dependencia cultural muy grande y un occidentecentrismo que marca el comportamiento de las personas de todo el mundo, ya sea en el centro o en la periferia.
Fuente: Vidal Villa, J.M. (2004). Lecciones sobre capitalismo y desarrollo. Universitat de Barcelona.
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