El Gobierno turco ha iniciado conversaciones con Abdulá Ocalan, el fundador y líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en kurdo), con el fin de conseguir el desarme de esta milicia y un ambiente de cauto optimismo ha aparecido en Turquía. El PKK se alzó en armas contra el Estado en 1984 y el conflicto ha costado la vida a más de 40.000 personas, la gran mayoría militantes kurdos y también población civil. Turquía, La Unión Europea y Estados Unidos consideran el PKK una organización terrorista.
En la actualidad, Ocalan, encarcelado desde 1999, y el PKK demandan el reconocimiento del pueblo kurdo y derechos políticos y sociales como poder usar su idioma en la esfera pública. También piden una mayor autonomía para la región del sureste de Turquía, donde viven unos 15 millones de kurdos, alrededor del 20% de la población de Turquía. Estas demandas están de nuevo sobre la mesa desde que el 23 de diciembre el jefe de la Inteligencia turca iniciara las conversaciones con Ocalan. Por su parte, el Gobierno exige formalmente el desarme del PKK.
"Bueno, [esta negociación] era de esperar, es un momento de oportunidad política entre las elecciones de junio de 2011 y las que vienen en 2014 y 2015. Si el Gobierno iba a hacer algo que conllevara un riesgo político, lo iba a hacer ahora", dice Sinan Ulgen, presidente del Centro de Estudios Económicos y de Política Exterior (EDAM) en Estambul.
En la actualidad, Ocalan, encarcelado desde 1999, y el PKK demandan el reconocimiento del pueblo kurdo y derechos políticos y sociales como poder usar su idioma en la esfera pública. También piden una mayor autonomía para la región del sureste de Turquía, donde viven unos 15 millones de kurdos, alrededor del 20% de la población de Turquía. Estas demandas están de nuevo sobre la mesa desde que el 23 de diciembre el jefe de la Inteligencia turca iniciara las conversaciones con Ocalan. Por su parte, el Gobierno exige formalmente el desarme del PKK.
"Bueno, [esta negociación] era de esperar, es un momento de oportunidad política entre las elecciones de junio de 2011 y las que vienen en 2014 y 2015. Si el Gobierno iba a hacer algo que conllevara un riesgo político, lo iba a hacer ahora", dice Sinan Ulgen, presidente del Centro de Estudios Económicos y de Política Exterior (EDAM) en Estambul.
Las conversaciones llega después de uno de los periodos más violentos de la insurgencia. Casi 1.000 muertos en enfrentamientos desde mediados de 2011, cientos de activistas, políticos y periodistas pro-kurdos arrestados y una huelga de hambre masiva entre octubre y noviembre de 2012 a la que se adhirieron cerca de 1.000 presos kurdos. "El Gobierno sabe que no puede poner fin al terrorismo del PKK solo a través de acciones militares, y los militantes y líderes del PKK saben que no van a obtener nada del Gobierno si simplemente continúan con su estrategia de terror", añade Ulgen.
De hecho, en 2009, el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, inició otro proceso de acercamiento que cristalizó en el llamado Proceso de Oslo, por el que miembros del PKK y del Gobierno se reunieron en la capital noruega para intentar encontrar una solución al conflicto. Este proceso finalizó abruptamente en julio de 2011, solo un mes después de que el partido de Erdogan ganara la mayoría parlamentaria en las elecciones. Ambas partes se culparon entonces de un enfrentamiento en el que murieron 13 soldados turcos y que tanto PKK como Gobierno usaron para poner fin a las conversaciones.
De vuelta en el presente, los expertos también apuntan a la gran autonomía que los kurdos han conseguido en Irak y al hecho de que también en Siria los kurdos estén administrando ahora su región como otros factores que habrían llevado al Gobierno a iniciar la negociación.
"Otro factor podría ser el apoyo público. La gente en Turquía sí puede que esté ahora preparada para una negociación con el PKK. Tras 30 años difíciles y sangrientos la gente está dispuesta a aceptar que hablar con Ocalan pueda ser la solución", añade Gokhan Bacik, director del Centro de Investigación Estratégica de Oriente Medio, con sede en Gaziantep, en el sur de Turquía.
Algo que todos se preguntan es cuánta influencia sigue teniendo Ocalan, en prisión y prácticamente en régimen de aislamiento desde 1999, sobre los militantes del PKK en el terreno.
"Ocalan creó la estructura militar y la cultura política de la organización [el PKK] y sigue manteniendo un 95% de control sobre el PKK y Qandil (el cuartel general del PKK, en las montañas del norte de Irak]", asegura Nihat Ali Ozgan, comandante retirado del ejército y doctor por la Universidad de Eylul con una tesis sobre el PKK. De hecho, la huelga de hambre de los presos kurdos acabó a finales de noviembre gracias a un mensaje que Ocalan les envió tras una visita de su hermano.
"El desarme no es lo que el lado turco nos está pidiendo", dijo el viernes el comandante del PKK en el terreno, Murat Karayilan, a la agencia kurda de noticias Firat, cuya página web está bloqueada en Turquía. "La demanda era que nos vayamos por la frontera en los procesos de Imrali y de Oslo [dos rondas de negociaciones que fracasaron en el pasado], eso es lo que el Estado quiere de nosotros", añadió Karayilan, que también pidió poder hablar directamente con Ocalan y que el Gobierno cese sus operaciones contra el PKK.
"Suspender o detener la lucha contra el terrorismo está fuera de la cuestión", ha dicho también sobre este tema Yalcin Akdogan, consejero jefe del primer ministro, al periódico turco Star. En los últimos días de diciembre, al menos 46 militantes del PKK murieron en la frontera entre Irak y Turquía en una operación del ejército turco. "La expectación del Gobierno y quienes lo apoyan es ésa, que los militantes del PKK crucen la frontera hacia Siria o Irak o adonde sea. De esta forma esperan una solución barata y una victoria", comenta Ozgan. "Pero yo soy un poco pesimista porque Erdogan se va a enfrentar a cuestiones muy profundas que pueden dañar a su Gobierno".
Este experto añade que el nacionalismo turco es una gran fuerza en este país y que muchos de sus ciudadanos detestan la figura de Ocalan, a quien culpan de las más de 40.000 muertes en este conflicto, a pesar de que la gran mayoría de víctimas eran kurdas.
"Soy muy cauto porque la naturaleza de la cuestión kurda ha cambiado. Hace 20 años era sobre desarrollo y democratización, pero ahora es un tema de identidad nacional. El proceso es muy frágil y ha de poder trasladarse a otras partes de la sociedad turca", comenta también en esta línea Gokhan Bacik. "Sabemos lo que el plan del acuerdo va a contener", resume Ulgen del EDAM, "pero el mayor obstáculo es la desconfianza, por ambos lados. Habrá que ver si ambas partes pueden superar esta brecha en términos de confianza".
"No quiero poner una probabilidad a ningún resultado pero lo que sí puedo decir es que si va a haber un proceso que ponga fin al PKK, es así como empezaría", concluye este analista.
Fuente: El País
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