A grandes rasgos, un euro fuerte favorece las importaciones, especialmente relevante es el caso de los productos energéticos. Una moneda fuerte, sobre el papel también abarata costes (piénsese en la importaciones de materias primas), favorece el consumo interno, y ayuda en cierto modo a combatir la inflación (reduce la inflación importada).
Por la contra, un euro débil habría favorecido las exportaciones y la estimulación del mercado exterior. No es el caso, por lo que la actual situación se traduce en una importante pérdida de competitividad de nuestros productos en el exterior. Esta competitividad no se manifiesta además en exclusiva respecto del exterior de la zona euro, sino también en su interior. Así por ejemplo, las empresas francesas o alemanas no dudarán en buscar alternativas a los productos españoles en mercados de área de influencia del dólar, un dólar inmerso en una espiral de devaluaciones competitivas. Llamo la atención sobre esto para que no se piense que el problema no afecta tanto a economías como la española, que tiene sus principales clientes dentro de la zona euro.
Esta situación de cotización al alza del euro favorece la aceleración del proceso de deslocalización productiva que la globalización trae como pareja. De este modo, y arguyendo la fortaleza de la moneda como excusa, Nissan ha decido dejar en el paro en Barcelona a 450 personas para llevar la producción a Tailandia, SEAT anunció que producirá más en América Latina y Europa del Este, ... y un largo etcétera. Estos ejemplos no son simples muestras, sino que son un claro síntoma de las dificultades por las que atraviesan algunos sectores, nótese por ejemplo que el sector de la automoción representa cerca del 80% de las exportaciones en España. Es así que los argumentos que se oían para desacreditar la libra esterlina en favor del euro se le aplican ahora a esta última.
Es curioso, que esta situación de fortaleza que el Banco Central Europeo vaticinaba esperanzado en el 2002 porque podría permitir la rebaja de los tipos de interés y reactivar las economías, no ha producido tal efecto, y digamos pues que la inflación ha ganado el pulso de los tipos de interés.
Por otro lado, lo cierto es que el Euro gana protagonismo en el escenario internacional, y cobra cada día más fuerza en el mercado de la deuda de un modo muy importante, como lo hace de igual modo en sectores muy concretos como el energético.
Asimismo, esta fortaleza del euroy la consecuente capacidad de importación ha favorecido a terceros países como Argentina, que tiene en la zona euro “un” importante cliente.
Mientras, como citábamos, el dólar está inmerso en una devaluación competitiva que necesita para “financiar” su economía y compensar su desmesurado déficit exterior. Por supuesto, este hecho también tiene sus contras, y una debilidad excesiva del dólar está provocando por ejemplo su pérdida de peso en el escenario internacional, así como una huida de las inversiones (tan necesarias para reequilibrar su economía).
Mientras, en España, las empresas reducen sus márgenes de negocio para no perder clientes, y asistimos a un imparable crecimiento del déficit exterior, ya crónico y que conforma uno de los puntos negros de su economía. De este modo, las políticas de internacionalización y de financiación de la exportación deben replantearse, readaptarse a este escenario de euro fuerte. Una solución muy comentada es tomar el modelo japonés como ejemplo, que digamos no trata de proteger lo que se está vendiendo, sino a quien lo está vendiendo.
Saludos, y si vives en la zona euro y la inflación te permite ahorrar, pues a viajar y a hacer turismo que es el momento.
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