Reino Unido ante elecciones históricas

Tras 13 años de gobierno laborista, y en medio de una de las peores crisis financieras de las últimas décadas, el electorado británico acude este jueves a las urnas.

Cualquiera que sea el resultado, estos comicios harán historia.

Si Gordon Brown, actual primer ministro, se queda con las llaves de 10 Downing Street -sede del gobierno británico-, los laboristas habrán ganado un cuarto mandato consecutivo, algo que nunca ha ocurrido en la vida política de este país.

Si David Cameron, candidato por el opositor partido Conservador, aparece en las escaleras de la prestigiosa residencia el 7 de mayo, se convertirá en el primer ministro más joven que el Reino Unido haya tenido desde 1812.

El tercer partido en discordia, el Liberal Demócrata, por su parte, pueden asestar un golpe demoledor al bipartidismo de la política británica si llegan a minar significativamente el predominio de los dos partidos tradicionales y/o a convertirse en el principal opositor en el parlamento.

Y en esta ocasión, existe también la posibilidad de un resultado incierto y un parlamento sin mayoría ( hung parliament), algo que no se ha visto desde 1974.

No es sólo el resultado lo que hace que esta elección sea histórica: 2010 será recordado por los primeros debates ministeriales realizados en el país.

Pero estos cambios políticos palidecen al lado del reto que tendrá que enfrentar quien triunfe en las urnas.

¿Adiós al Estado de Bienestar?

Aunque es tradicional que la pugna entre los partidos se centre en cuánto debe darle o quitarle el Estado a la población, en esta ocasión la capacidad de maniobra es limitada.

Lo que está en juego es el llamado Estado de Bienestar, concebido a fines de la II Guerra Mundial para proteger a los británicos de la "cuna a la tumba".

Gracias a ello, la cuna del capitalismo cuenta con un colchón socialista del que se benefician incluso quienes no lo necesitan.

Pero el megarescate del sistema financiero, los paquetes de estímulo económico y la recesión han abierto un agujero profundo en las cuentas fiscales.

"Hace tiempo que los impuestos no cubren el gasto. A esto se suma la presión del envejecimiento de la población y se le agrega ahora la actual crisis fiscal"
Howard Glennester, London School of Economics.

El deficit fiscal del Reino Unido es de US$250.000 millones, 11,6% del PIB: en 2009 su PIB cayó un 4,8%.

Los tres partidos han hablado de la necesidad de reducir este deficit sin decir cómo van a hacerlo, pero el consenso entre los especialistas es que si se desea cortar a la mitad el rojo fiscal, se necesitarán recortes en el gasto de unos US$55.000 millones.

Esta suma equivale a casi una tercera parte del gasto total en salud, a casi la mitad del sistema jubilatorio o el de educación, todos pilares del Estado de Bienestar.

Desde que los laboristas llegaron al poder y antes de la crisis bancaria, la inversión en todas la áreas había aumentado.

En 1997 se gastaban US$3.000 millones anuales en educación preescolar: hoy son US$7.500 millones. El seguro de desempleo se lleva más de US$5.000 millones.

¿Está todo esto en peligro?

Crisis profunda

Según los especialistas la crisis va más allá de la política laborista de los últimos 13 años.

"Hace tiempo que los impuestos no cubren el gasto. A esto se suma la presión del envejecimiento de la población y se le agrega ahora la actual crisis fiscal", señala Howard Glennester, profesor enemérito de la London School of Economics.

Mientras la economía crecía, no había problemas. La caída del desempleo y el llamado dividendo del final de la Guerra Fría, alimentaban el aumento del gasto.

Con la crisis, el próximo gobierno tendrá que mantener un delicado equilibrio entre la necesidad de ajustar el gasto y los derechos sociales adquiridos de la posguerra: políticamente, una bomba de tiempo.

Sin embargo John Hills, profesor de Política Social de London School of Economics, cree que el Estado de Bienestar sobrevivirá a todos estos problemas.

"Golpeado, quizá muy golpeado, pero sobrevivirá. El impacto de un repliegue total sería demasiado grande", concluye Hills.

Fuente: BBC Mundo


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