Cientos de miles de personas ondearon el jueves en Diyarbakir, capital del Kurdistán turco, los colores rojo, amarillo y verde de la bandera kurda para celebrar el alto el fuego proclamado por Abdulá Ocalan, el líder histórico de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Alzado en armas contra el poder central de Ankara en 1984, el conflicto entre el PKK y el Ejército turco se ha cobrado más de 40.000 muertos, en su mayoría milicianos y civiles kurdos.
“Deponed las armas y cruzad las fronteras, vamos a cambiar la lucha armada por la lucha democrática”, decía el mensaje de Ocalan que leyeron ante la multitud dos diputados kurdos, primero en lengua kurda y luego en turco. El líder del PKK, encarcelado desde 1999 en la isla de Imrali, en el mar de Mármara, sólo puede comunicarse por escrito.
“Vamos a hacer que se callen las armas, que el derramamiento de sangre de turcos y kurdos acabe. Este es un proceso por el que las comunidades kurdas y de Anatolia [refiriéndose a Turquía] pueden vivir juntas en paz”, continuaron la lectura los dos miembros del Partido de la Paz y la Democracia (BDP, en turco), el principal grupo legal prokurdo.
El adiós a las armas de hoy, que coincidía con el Nevruz o Año Nuevo kurdo, que se celebra en el equinoccio de primavera, culmina un proceso de acercamiento hacia la paz que se inició a finales del año pasado, cuando el Gobierno turco reveló que había comenzado una serie de conversaciones con Ocalan encaminadas a lograr el desarme de la milicia.
Desde entonces, ambas partes han mostrado su apoyo al proceso. El PKK, considerado una organización terrorista por Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos, liberó hace unos días a ocho rehenes turcos, algunos secuestrados desde hace año y medio. Y antes, en enero, el Parlamento de Ankara aprobó una ley que permite a los kurdos usar su idioma ante los tribunales, una de las demandas clave del nacionalismo kurdo.
Ocalan eligió el día del Nevruz precisamente porque a lo largo de los años ha estado marcado por la violencia. La celebración se ha convertido además en una expresión de la identidad nacional kurda. Este año la atmósfera ha sido festiva y Diyarbakir se ha visto invadida por cientos de miles de personas, que han celebrado las palabras de Ocalan.
“Para los kurdos, una palabra suya [de Ocalan] es la ley”, comentaba hoy Harkan Mermetas, un kurdo de 30 años que regenta un pequeño supermercado en Estambul y que siguió por televisión los acontecimientos de Diyarbakir. “Ahora el PKK va a cruzar las fronteras y va a dejar las armas. El Gobierno tiene que hacer algo, lo primero es detener la opresión política”, aseguraba Mermetas, originario precisamente de Diyarbakir y que vive en la capital económica turca desde hace 16 años.
“Si el Gobierno no hace algún gesto, todo empezará de nuevo, como ya pasó en 1999”, interviene a su vez el kurdo Vahap Siyah, de 40 años, que trabaja en la industria turística.
El PKK declaró entonces un alto el fuego unilateral y sus fuerzas se retiraron de Turquía para establecerse en las montañas de Kandil, en el norte de Irak. Sin embargo, los intentos de negociación con el Gobierno apenas tuvieron éxito y los enfrentamientos armados continuaron. Finalmente, en 2004, el PKK declaró que volvía a la lucha armada aunque mantuvo su base. En los últimos meses, ya con las conversaciones de paz en curso, la aviación turca ha seguido bombardeando las bases de la guerrilla del PKK en el norte de Irak.
“Creo que esta propuesta, esta invitación, es un paso positivo, pero lo esencial es su puesta en práctica”, dijo hoy como respuesta el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. “Nos gustaría ver un reflejo en la realidad de las palabras de Ocalan lo más pronto posible. Una vez se pongan en práctica, el ambiente en Turquía y en la región cambiará, y nosotros cesaremos las operaciones militares”, dijo Erdogan desde Holanda, donde se encuentra en visita oficial.
Ambas partes esperan ahora algún gesto de la otra. “El anuncio de hoy ha sido, literalmente, histórico, y ahora le toca cumplir al Gobierno, pero habrá que ver si Erdogan es capaz de hacerlo”, asegura Cengiz Aktar, profesor en la Universidad Bahcesehir de Estambul y experto en la cuestión kurda. “Lo primero es acabar el borrador de la nueva Constitución [previsto para finales de este mes], que profundice en las reformas democráticas y que esté en línea de lo necesario para poner fin a este largo conflicto. Si no, estas grandes expectativas se convertirán en una gran decepción”, advierte el profesor Aktar.
“Deponed las armas y cruzad las fronteras, vamos a cambiar la lucha armada por la lucha democrática”, decía el mensaje de Ocalan que leyeron ante la multitud dos diputados kurdos, primero en lengua kurda y luego en turco. El líder del PKK, encarcelado desde 1999 en la isla de Imrali, en el mar de Mármara, sólo puede comunicarse por escrito.
“Vamos a hacer que se callen las armas, que el derramamiento de sangre de turcos y kurdos acabe. Este es un proceso por el que las comunidades kurdas y de Anatolia [refiriéndose a Turquía] pueden vivir juntas en paz”, continuaron la lectura los dos miembros del Partido de la Paz y la Democracia (BDP, en turco), el principal grupo legal prokurdo.
El adiós a las armas de hoy, que coincidía con el Nevruz o Año Nuevo kurdo, que se celebra en el equinoccio de primavera, culmina un proceso de acercamiento hacia la paz que se inició a finales del año pasado, cuando el Gobierno turco reveló que había comenzado una serie de conversaciones con Ocalan encaminadas a lograr el desarme de la milicia.
Desde entonces, ambas partes han mostrado su apoyo al proceso. El PKK, considerado una organización terrorista por Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos, liberó hace unos días a ocho rehenes turcos, algunos secuestrados desde hace año y medio. Y antes, en enero, el Parlamento de Ankara aprobó una ley que permite a los kurdos usar su idioma ante los tribunales, una de las demandas clave del nacionalismo kurdo.
Ocalan eligió el día del Nevruz precisamente porque a lo largo de los años ha estado marcado por la violencia. La celebración se ha convertido además en una expresión de la identidad nacional kurda. Este año la atmósfera ha sido festiva y Diyarbakir se ha visto invadida por cientos de miles de personas, que han celebrado las palabras de Ocalan.
“Para los kurdos, una palabra suya [de Ocalan] es la ley”, comentaba hoy Harkan Mermetas, un kurdo de 30 años que regenta un pequeño supermercado en Estambul y que siguió por televisión los acontecimientos de Diyarbakir. “Ahora el PKK va a cruzar las fronteras y va a dejar las armas. El Gobierno tiene que hacer algo, lo primero es detener la opresión política”, aseguraba Mermetas, originario precisamente de Diyarbakir y que vive en la capital económica turca desde hace 16 años.
“Si el Gobierno no hace algún gesto, todo empezará de nuevo, como ya pasó en 1999”, interviene a su vez el kurdo Vahap Siyah, de 40 años, que trabaja en la industria turística.
El PKK declaró entonces un alto el fuego unilateral y sus fuerzas se retiraron de Turquía para establecerse en las montañas de Kandil, en el norte de Irak. Sin embargo, los intentos de negociación con el Gobierno apenas tuvieron éxito y los enfrentamientos armados continuaron. Finalmente, en 2004, el PKK declaró que volvía a la lucha armada aunque mantuvo su base. En los últimos meses, ya con las conversaciones de paz en curso, la aviación turca ha seguido bombardeando las bases de la guerrilla del PKK en el norte de Irak.
“Creo que esta propuesta, esta invitación, es un paso positivo, pero lo esencial es su puesta en práctica”, dijo hoy como respuesta el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. “Nos gustaría ver un reflejo en la realidad de las palabras de Ocalan lo más pronto posible. Una vez se pongan en práctica, el ambiente en Turquía y en la región cambiará, y nosotros cesaremos las operaciones militares”, dijo Erdogan desde Holanda, donde se encuentra en visita oficial.
Ambas partes esperan ahora algún gesto de la otra. “El anuncio de hoy ha sido, literalmente, histórico, y ahora le toca cumplir al Gobierno, pero habrá que ver si Erdogan es capaz de hacerlo”, asegura Cengiz Aktar, profesor en la Universidad Bahcesehir de Estambul y experto en la cuestión kurda. “Lo primero es acabar el borrador de la nueva Constitución [previsto para finales de este mes], que profundice en las reformas democráticas y que esté en línea de lo necesario para poner fin a este largo conflicto. Si no, estas grandes expectativas se convertirán en una gran decepción”, advierte el profesor Aktar.
Fuente: El País
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