¿Cuán grave es lo que está pasando en Turquía?

Empezó como una protesta por el derribo de unos árboles, pero creció hasta convertirse en la manifestación contra el gobierno de Turquía más grande y violenta en años.

Las movilizaciones empezaron cuando hace algunos días grupos ambientalistas se reunieron en el parque Gezi, cerca de la céntrica plaza Taskim de Estambul, después de que el gobierno cortara unos árboles en el marco de un plan de desarrollo urbanístico.

A los ambientalistas se les sumaron jóvenes, opositores y diversos ciudadanos indignados con lo que consideran un gobierno autoritario, encabezado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), una agrupación de centroderecha con raíces islamistas.

Las movilizaciones volvieron la mirada del mundo hacia un país considerado un bastión de estabilidad en una región convulsa y volátil.

La policía reaccionó a las protestas con cañones de agua y un uso desmedido de gases lacrimógenos, lo que dejó decenas de heridos. Eso fue el detonante de una marea humana que se volcó a las calles de Estambul, Ankara (la capital turca) y otras ciudades para exigir la renuncia de Erdogan, al que llaman "dictador" y al que le critican su estilo desafiante.

Las autoridades dicen que más de 1.700 personas han sido detenidas en manifestaciones en 67 pueblos y ciudades, aunque muchos ya han sido liberados.

Mahmut Hamsici, periodista del Servicio Turco de la BBC, explica que aunque parece muy poco probable que consigan derrocar a Erdogan -que aún cuenta con gran apoyo de los sectores conservadores- las marchas han logrado un fuerte efecto psicológico entre la atomizada oposición, insuflándole optimismo y una sensación de que un cambio es posible.

La mayoría de los manifestantes son "jóvenes laicos y apolíticos de clase media que nunca protestaron en su vida y que ahora sorprende verlos lanzar piedras a la policía", explica Hamsici, aunque la multitud de manifestantes es heterogénea y aglutina a grupos nacionalistas seculares, sindicatos, nacionalistas kurdos y activistas gays y lesbianas.

El eslógan principal -presente en redes sociales, carteles y banderas- es "todos somos hijos de Ataturk", en referencia al hombre considerado como el padre de la Turquía moderna. Es decir, somos una república laica y estamos preocupados por el uso autoritario del poder del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, junto con una islamización progresiva.
 
Suma de enojos
 
Los motivos de descontento son variados. Como explica Hamsici, se trata de una "suma de enojos":
  •     El más inmediato es el plan para el parque Gezi y otros proyectos de desarrollo como la construcción de un nuevo puente sobre el Bósforo en Estambul, a pesar de que el impacto ambiental no ha sido suficientemente analizado. El puente fue inaugurado con una pomposa celebración y se le dio el nombre del sultán Selim el Severo, el adversario más cruel de alevitas y chiítas en la historia otomana.
  •     Un antecedente de esta ola de protestas fue la prohibición de celebrar el 1º de Mayo pasado en la plaza Taskim. Eso desató protestas que terminaron con represión policial y al menos 28 heridos.
  •     Otro motivo es lo que califican de islamización e intromisión en el estilo de vida turco, como la reciente prohibición de vender bebidas alcoholicas, la intención de prohibir el aborto o la construcción de una mezquita gigante en Estambul.
  •     También la intención de Erdogan de reformar la constitución para pasar de un sistema parlamentario a uno presidencialista y así volverse el primer presidente elegido directamente en la historia turca.
  •     A muchos les preocupa el traslado del conflicto de la vecina Siria luego de que en la ciudad fronteriza de Reyhanli el 11 de mayo pasado un doble atentado con coche bomba dejara 53 muertos. 

Twitter, la amenaza

Erdogan llamó a la calma este lunes y dijo que los últimos cuatro días de protestas contra el gobierno no constituyen una "Primavera Turca".

En una conferencia de prensa antes de un viaje a Marruecos, dijo que las protestas fueron organizadas por extremistas y acusó a la oposición de provocar "a sus ciudadanos".

Además les echó la culpa de las marchas a las redes sociales. "Ahora hay una amenaza que se llama Twitter", dijo Erdogan.

"Los mejores ejemplos de mentiras se pueden encontrar allí. Para mí, las redes sociales son la peor amenaza para la sociedad", dijo y calificó a los manifestantes de "elementos extremistas".

Es que los manifestantes, en gran medida, se han volcado a Twitter para organizarse, alentarse y ofrecer ayuda a los detenidos y heridos.

Aunque en casi todas las marchas en el mundo esta red ya es un elemento omnipresente, en el caso turco su importancia aumenta dado que los medios nacionales no están mostrando lo que pasa dado que las empresas periodísticas más importantes son propiedad de grandes grupos de capital que están bajo la presión del gobierno.

Muchos periodistas perdieron sus trabajos en los últimos días y otros incluso terminaron presos. Por eso las protestas también son contra los medios, y ha habido manifestaciones frente a los principales medios.


Fuente: BBC Mundo
Imagen: BBC Mundo




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